Ya tenía muchas ganas de hacerme este viaje de la gira: subir a Salamanca (en donde conozco un bonito teatro en el que me dejan cantar), y bajarme a mi pueblo por la sierra de Gredos, pasando por el Puerto del Pico. Carretera de montaña, buenas curvas, riesgo y altura.
Una de las mejores experiencias que estoy viviendo antes de las actuaciones, es la de conducir cientos de kilómetros, paso por distintas carreteras y regiones, escuchando discos
como un compulsivo..., y la verdad es que uno ya va aprendiendo a disfrutar de ello.
El viernes 20 fui a Salamanca, ya estuve por allí actuando en Noviembre, presentando "El Hombre sin Hombros", pero esta vez fue sin frío ni niebla, con la primavera oficialmente establecida, y
con las canciones de "Coloreados". Un teatrito, con sus palcos, su telón, su escenario, una bonita decoración y una iluminación fantástica. La gente dispuesta a escuchar, concentrada y
respondiendo. Al lado de la casa de las Conchas, y con un maravilloso sonido, poco más se puede pedir; el Irish y yo nos terminaremos haciendo íntimos amigos.
El sábado bajamos a Arenas de San Pedro, pero al llegar a Ávila, nos cogimos la carretera convencional que sube hasta Gredos por el Puerto del Pico; paramos en lo más alto, para ver las
maravillosas vistas que se contemplan desde allí, y así pudimos tomar un poco de aire fresco antes de llegar. En Arenas estuve con Mónica en el Moon Rock Bar, el garito más rockero de la montaña.
Volví a ver a mi familia de San Esteban, y también a Manuel. Cantar en el valle es todo inspiración para el cuerpo y para el alma.
El domingo por la mañana, bajo los nidos de cigüeña de la torre, en la plaza de Parrillas, recibí a los más de 250 ciclistas que corrieron el V Marathon Parrillas Bike. Con gafas de sol, y
rodeado de caucho, tableé el escenario de mi pueblo justo antes de comernos unas patas con costillas, con una gorra de Los Bokerones, y el calor de la gente de mi tierra.