León y Ponferrada.

Las actuaciones que terminaban con la cuesta de Enero, me llevaron hasta el norte de Castilla: al frío de León, y más tarde a Ponferrada. 

Para estas dos actuaciones, marché solo con mi guitarra, y después de la euforia de Barna, pensé en ir con los pies en el suelo... otra ciudad nueva en la que dar a conocer mis nuevas canciones, nada más. Aunque hicimos bien la promo, y los medios de prensa respondieron; el miedo en el cuerpo cuando vas a ciegas, a actuar a una ciudad que no conoces, no te lo quita nadie. Tal vez por eso, la satisfacción de un trabajo bien hecho, se vea doblemente recompensado cuando ves que la gente responde en directo, acude a las actuaciones, canta, da palmas y calor... Ponerse delante de gente desconocida cada fin de semana es atrevido, divertido y peligroso a partes iguales.

En el Fraguel Rock de León, la cosa fue bastante bien, el sitio era pequeñito, y cuando salí a conocer al público y a cantar con él, resultó que a penas se cabía. Hicimos una especie de ritual, en donde nos convertimos en uno solo, y sonamos como 40.... Hice amigos de León, también de Bilbao (un beso Ego y Mer!), y también vi a mi cocinero preferido: Txema.

En la Termita de Ponferrada volví al sitio que me dio mi primera oportunidad este verano de salir fuera a cantar mis canciones, fuera de mi hábitat natural. Les estaré eternamente agradecidos, porque desde entonces no he parado, y volver a ver que la cultura sobrevive allí, y su gente la sigue apoyando, era realmente importante para mi. Un fuerte abrazo para vosotros, y gracias por seguir confiando.

Lo más bonito del frío siempre fue el calor de su gente.

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